Si has puesto a las frutas en la lista negra de los alimentos prohibidos por la diabetes, te equivocas. Puedes seguir disfrutándolas, es más, benefician tu salud ya que las frutas aportan vitaminas, minerales y fibra a tu dieta. Pero como en todo, la clave es la moderación. Aquí te ofrecemos una guía para que puedas seguir consumiendo y saboreando tu fruta favorita.
¿Se te hace la boca agua pensando en un delicioso mango o una jugosa fresa (frutilla)? ¿O te apetece una refrescante sandía sobre todo en las tardes de calor? Si todo eso te parece un sueño del pasado porque piensas que tu diabetes te lo impide, deja de sufrir. Es un mito que los diabéticos no pueden comer fruta. De hecho, las necesitan. En primer lugar porque son alimentos ricos en minerales, vitaminas y fibra, elementos esenciales en una dieta saludable. Además, una porción de rica fruta al final del almuerzo o de la cena te puede servir de postre y satisfacer tu ansiedad por algo dulce. ¡Así podrás resistir mejor la tentación de comerte un helado o una tajada de pastel!
Pero, las frutas contienen azúcar, dirás. Entonces, ¿me perjudica comerlas? No tienes por qué temerle al consumo de las frutas. Es cierto que algunas contienen más azúcar que otras, pero a la larga, es la cantidad total de carbohidratos lo que afecta los niveles de glucosa en la sangre, no la procedencia de esos carbohidratos (una fruta o un pedazo de pan, por ejemplo), es decir, que los carbohidratos provengan del azúcar o del almidón. Recuerda además que las frutas contienen fibra, y ésta retrasa la absorción del azúcar al torrente sanguíneo.
Otro factor que debes tener en cuenta es el índice glicémico (que mide la rapidez con la que el organismo transforma los carbohidratos en glucosa). Las frutas, por lo general, tienen un índice glicémico bajo, pero conviene que aprendas a identificar sus distintos niveles, para que las incluyas las de nivel más bajo en tus menús.
¿Qué debo tener en cuenta al seleccionarlas?
En primer lugar, te convienen más las frutas frescas, pero también puedes adquirirlas congeladas o en lata, siempre que no tengan azúcar adicional.
Puedes adquirir también fruta seca (las pasitas son un ejemplo), pero las porciones deben ser más pequeñas porque tienen un alto índice glicémico, o sea, elevan más tu nivel de azúcar en la sangre. Tampoco te hacen sentir tan satisfecha(o) como cuando consumes la fruta fresca.
Cuidado con las porciones: escoge por ejemplo, una manzana pequeña o mediana, o la mitad de una grande. Para que tengas una idea rápida de una porción adecuada, es una que quepa cómodamente en la palma de la mano. Cualquier porción mayor es demasiado grande.
Lava bien la fruta antes de consumirla, especialmente si te vas a comer la cáscara. Así eliminarás la suciedad y los pesticidas (especialmente en las manzanas y en las frutillas o fresas).
¿Cuáles frutas me convienen? A continuación te proporcionamos una guía para que puedas seleccionarlas, ya sea por su contenido de carbohidratos, de fibra o por el índice glicémico.
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