Los millones de microbios presentes en el intestino cumplen una función recién descubierta que es la regulación del sistema inmune y de otras enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, señalan los científicos de Mayo Clinic y de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.
Las poblaciones de ciertas bacterias intestinales en mayor cantidad de lo normal podrían desencadenar enfermedades, como la artritis reumatoide, y posiblemente alimentar el avance de esa enfermedad entre las personas con predisposición genética hacia esta agobiante y confusa afección, dicen los científicos que conforman la Alianza de Mayo e Illinois para atención médica basada en la tecnología.
El estudio se publicó en la edición de abril de PloS ONE.
“Muchos sospechaban que la flora intestinal desempeñaba alguna función en la artritis reumatoide, pero nadie había logrado comprobarlo porque no se podía establecer el origen: las bacterias o los genes”, comenta la autora experta Dra. Veena Taneja, inmunóloga de Mayo Clinic. “A través de tecnologías de secuenciación genómica, logramos demostrar que el microbioma intestinal puede servir de biomarcador para la predisposición”.
Los aproximadamente diez billones de células que componen el cuerpo humano tienen vecinos, que en su mayoría son bacterias que generalmente ayudan a capacitar al sistema inmune, por ejemplo, y asisten con la digestión. Las bacterias intestinales y una cantidad relativamente pequeña de otros microorganismos (el microbioma intestinal), superan en número a las células humanas con una relación de 10 a 1.
Los científicos descubrieron que las hormonas y los cambios propios de la edad podrían modular aún más al sistema inmune y exacerbar afecciones inflamatorias en las personas genéticamente susceptibles.
Casi el 1 por ciento de la población mundial padece artritis reumatoide, enfermedad en la que el sistema inmunológico ataca los tejidos, inflama las articulaciones, y a veces deriva en complicaciones mortales, como una enfermedad cardíaca. Otras enfermedades sobre las que también se sospecha que están vinculadas a las bacterias intestinales son la diabetes tipo I y la esclerosis múltiple.
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