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miércoles, 30 de marzo de 2011

Los aros de metal en la boca incrementan el riesgo de infecciones


Si estás pensando en hacerte una perforación en la boca o un piercing, para cinco minutos a leer este artículo y descubre cuáles son los riesgos que corres y cómo prevenirlos. Si te decides a hacerlo, es preferible que elijas aros de plástico, ya que los de metal han demostrado incrementar las posibilidades de que contraigas infecciones.
Hacerse piercings o perforaciones para lucir aros en diferentes partes del cuerpo forma parte de las nuevas costumbres que están de moda entre los jóvenes y los adolescentes, que encuentran en esta práctica un signo de distinción, de identificación de grupo y hasta de coquetería y belleza, como una mera cuestión estética.
Así, los tradicionales aros en las orejas hoy parecen obsoletos y los lugares del cuerpo que lucen estos accesorios son tan variados como sorprendentes. Además, su aplicación se volvió más dolorosa y riesgosa, en las nuevas zonas elegidas: la boca, el ombligo, los pezones e incluso el área genital, entre otras.
Por eso, antes de decidir si te harás perforaciones o piercings y en dónde, es importante que te informes para estar al tanto de los riesgos que conlleva este proceso.
Por ejemplo, entre los lugares preferidos recientemente se encuentran la lengua y la boca. Paradójicamente, si de salud se trata, esta es una de las peores zonas que debes considerar.
¿Por qué? En principio, porque la boca es uno de los principales centros de infecciones. Allí habitan millones de bacterias y una perforación en la boca incrementa el riesgo de que se te infecte, y que esa infección pase a otras partes de tu cuerpo y cause complicaciones aún mayores como abscesos cerebrales (cuando se va al cerebro), o una infección en el corazón denominada endocarditis. Este tipo de infecciones pueden producirse durante las semanas posteriores a la perforación o varios meses después. Otras infecciones que se pueden transmitir incluyen la hepatitis C y el VIH.
Además, los piercings en la boca conllevan los riesgos normales de cualquier piercing, entre los cuales puede haber dolor, inflamación (hinchazón) – y si la lengua se hincha puede bloquear las vías respiratorias -, sangrado incontrolable, daño en los nervios y en este caso también aumento en la secreción de saliva.
Por eso es sumamente importante que antes de hacerte un piercing en cualquier parte del cuerpo –y sobre todo en la boca – analices bien el sitio en dónde te lo van a colocar, quién te lo va a colocar, las condiciones de higiene del lugar y las garantías que te dan. Y si las ganas y el impulso son más fuertes y decides colocarte algún aro en la boca o en la lengua, también debes tener en cuenta el tipo de aro que utilizarás.
Los aros de metal – de acero inoxidable y de titanio – en la boca acumulan más cantidad de bacterias y de ese modo incrementan el riesgo de contraer infecciones que los pernos de plástico o de teflón. Así lo demostrario investigaciones recientes realizadas por Profesionales de la Universidad Médica de Innsbruck, en Austria.
Además, los especialistas advierten que los aros en la boca, de cualquier material, pueden provocar lesiones y dificultades para hablar. Y una vez que el proceso de cicatrización haya finalizado, la misma joyería puede dañar tanto los dientes como el tejido de la encía. En efecto, se considera que los aros de metal pueden romper los dientes. Y aunque los de plástico, tienen menor riesgo de hacerlo, este riesgo se elimina por completo.
El daño a los tejidos de la encía es más común con las perforaciones en los labios, ya que la parte posterior de la joyería que se fija adentro de la boca puede irritar el tejido, y si el metal o plástico descansa sobre la encía puede erosionarla y desgastarla al moverse de un lado a otro.
Por eso, los especialistas no recomiendan las perforaciones en la zona de la boca. Pero si la tentación es más fuerte o si ya tienes piercings en la boca, es importante que mantengas una buena higiene y que te hagas controles periódicos con tu dentista para verificar que las encías y el tejido que las rodean y que tocan el metal o el plástico no estén lesionados o infectados, y si hay algún inconveniente, detectarlo lo antes posible para evitar complicaciones mayores.
Tomado de Vida y Salud

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