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miércoles, 9 de marzo de 2011

Hepatitis B


¿Qué es?

La hepatitis es la inflamación (hinchazón) del hígado. La hepatitis B sigue siendo en todo el mundo la forma más común de hepatitis viral crónica, aunque los programas de vacunación han disminuido el número de casos en Estados Unidos. Durante la Segunda Guerra Mundial, los médicos admitieron que algunos pacientes desarrollaban hepatitis luego de haber recibido inyecciones o transfusiones de sangre. Estos médicos se dieron cuenta que la infección se diseminaba a través del contacto con sangre infectada y denominaron hepatitis B a esta infección. Sin embargo, con métodos de evaluación mejorados, en la actualidad es extremadamente raro contraer hepatitis B a través de una trasfusión de sangre.

En Estados Unidos, la hepatitis B se trasmite por las relaciones sexuales y a través de las agujas que comparten los consumidores de drogas intravenosas. Este virus también puede transmitirse si se comparten rasuradoras o al tatuarse, o colocarse perforaciones corporales (piercing).

En los países desarrollados, el virus comúnmente se transmite de la madre al bebé al momento de nacer. Se transmite también en transfusiones con sangre infectada. Alrededor del mundo, los trabajadores de la salud siguen estando en riesgo de contraer hepatitis porque están expuestos a pacientes infectados, aunque la vacunación contra la hepatitis B ha disminuido la tasa de infección de este grupo.

El virus de la hepatitis B puede causar hepatitis breve (aguda), que podría o no causar síntomas. La mayoría de las personas eliminará el virus de sus cuerpos, pero una minoría desarrollará una infección a largo plazo llamada hepatitis crónica, en la cual los síntomas de la hepatitis tienden a intensificarse y atenuarse y a menudo desaparecen hasta que vuelven a aparecer más tarde. Las personas infectadas con hepatitis crónica pueden contagiar el virus a otras. Algunas personas no pueden eliminar el virus de su organismo, pero tampoco manifiestan ningún síntoma de la enfermedad. A estas personas se las llama portadoras y pueden transmitir la infección a más personas.


Síntomas

Los primeros síntomas de una hepatitis B breve varían y pueden incluir:

  • pérdida del apetito
  • náuseas
  • vómitos
  • fatiga
  • dolor de cabeza
  • fiebre

Después de estos síntomas podría aparecer ictericia, una acumulación anormal de un químico llamado bilirrubina en la sangre, que le da un tono amarillento a los ojos y la piel, además de oscurecer la orina.

Otros síntomas de la hepatitis incluyen:

  • picazón
  • pérdida de peso
  • dolor abdominal
  • perturbación del sueño
  • pérdida del deseo sexual

La mayoría de las personas se recuperan de la hepatitis breve y no vuelve a infectarse más con el virus una vez curadas. Sin embargo, hasta un 10% de los adultos podrían desarrollar hepatitis prolongada (crónica). Si un bebé se contagia con la hepatitis B al momento de nacer, usualmente no presenta síntomas; sin embargo, tiene más del 90% de riesgo de desarrollar infección crónica.

Las personas con hepatitis prolongada podrían no presentar síntomas durante largo tiempo, pero existen probabilidades de que la enfermedad vuelva a manifestarse con los siguientes síntomas:

  • fatiga
  • piel amarillenta (ictericia)
  • sensación de estar enfermo (malestar generalizado)
  • poco apetito
  • dolor en las articulaciones

Un pequeño porcentaje de personas con hepatitis crónica desarrolla cirrosis del hígado. Este grupo de personas podría desarrollar síntomas de enfermedad hepática (del hígado), incluidos ictericia, acumulación de líquidos dentro de la cavidad abdominal (ascitis), inflamación de las piernas (edema), confusión y hemorragia (sangrado) gastrointestinal. Los pacientes con hepatitis B que desarrollan cirrosis están en riesgo de desarrollar cáncer hepático.


Diagnóstico

Su médico le preguntará sobre cualquier posible exposición a la hepatitis, incluidos sus antecedentes y situación actual de consumo de drogas ilegales y si tiene relaciones sexuales sin protección. Su médico lo examinará y controlará su piel y ojos, además de su abdomen en busca de signos de acumulación de líquidos y para evaluar el tamaño de su hígado.

También le pedirá hacerse análisis de sangre para controlar la función de su hígado, incluidos los valores de la bilirrubina, asociada con la ictericia, y de la enzima aminotransferasa del hígado. Los niveles altos de esta enzima generalmente indican una inflamación del hígado. Los análisis de sangre para controlar estos niveles ayudan a determinar la gravedad del daño al hígado.

El diagnóstico puede confirmarse con análisis de sangre para detectar la presencia y el número de partículas del virus mismo o de anticuerpos, que son proteínas producidas por el sistema inmune para atacar el virus de la hepatitis B. Las personas totalmente recuperadas de una infección de hepatitis B aguda generalmente tendrán niveles detectables de anticuerpos en sangre, pero no partículas detectables del virus. Las personas con una infección activa, ya sea una infección aguda o una enfermedad crónica, generalmente tendrán niveles detectables de partículas del virus en sangre.

Si su médico sospecha que usted tiene un daño significativo en el hígado, probablemente le recomendará una biopsia de hígado para determinar si está desarrollando signos de cirrosis hepática. Mediante este procedimiento, se extrae una pequeña muestra de tejido y se la examina en un laboratorio.


Duración

La mayoría de las personas que se recuperan de una infección aguda lo hacen dentro de los 2 a 12 semanas. Aunque las personas podrían sentirse bien durante un tiempo, los análisis de sangre que se toman entre los 3 y 4 meses pueden dar resultados normales.

La hepatitis crónica B puede tratarse con varios medicamentos, aunque raramente se cura.


Prevención

Usted puede prevenir la infección con hepatitis B si evita situaciones que pueden desencadenar la exposición al el virus, como compartir agujas al inyectarse drogas intravenosas y tener relaciones sexuales sin protección. En Estados Unidos, hay disponible una vacuna segura y efectiva contra la hepatitis B que se coloca regularmente a los niños. Esta vacuna, que se coloca en una serie de tres inyecciones, ofrece más del 90% de protección contra la hepatitis B. Los adultos tienen un alto riesgo de exposición, incluido el personal médico, también debería vacunarse.


Tratamiento

No hay tratamiento para la hepatitis B aguda, aparte de tratar sus síntomas. En casos raros, un episodio de hepatitis aguda puede ser usualmente grave y podría requerir tratamiento hospitalario. Un número reducido de personas desarrollarán insuficiencia hepática y necesitarán un transplante hepático para evitar la muerte.

No todas las personas con hepatitis B crónica necesitan tratarse. Los medicamentos antivirales como el interferón (Intron-A), la lamivudina (Epivir) y el dipivoxil adefovir (Hepsera) podría usarse en una persona con partículas virales en sangre si su biopsia de hígado muestra signos de inflamación o cicatrices significativas en el hígado. Las personas con signos de enfermedad hepática crónica que continúan empeorando pueden ser consideradas para un transplante hepático. Aunque este procedimiento puede salvar vidas, en la mayoría de los casos el nuevo hígado finalmente se contagia con la hepatitis B.


Cuándo llamar a un profesional

Llame a su médico si tiene síntomas de hepatitis. Si presenta síntomas severos, usted podría requerir tratamiento hospitalario. Busque atención médica inmediata si sabe que tiene una infección con hepatitis B crónica y desarrolla síntomas de enfermedad hepática avanzada, como inflamación en su abdomen y piernas, confusión o ictericia (piel amarillenta).


Pronóstico

La hepatitis B aguda y grave puede ocurrir en el 1% de los casos y a menudo está ligada con la transmisión simultánea de otro virus de la hepatitis, llamado virus de la hepatitis D. Las tasas de muerte en estos casos raros de enfermedad grave pueden exceder el 80%. En la mayoría de los otros casos de hepatitis B menos grave, las personas se recuperan por completo después de una infección prolongada, excepto el pequeño porcentaje de pacientes desarrollan hepatitis crónica.

En personas con hepatitis B crónica, el pronóstico depende de la gravedad de la inflamación hepática crónica que puede determinarse con una biopsia hepática. Las personas con daño hepático leve tienen un buen pronóstico, aunque finalmente desarrollan cirrosis o cáncer hepático. Las personas con hepatitis activa crónica y cirrosis tienen un pronóstico más pobre, con un 55% de probabilidades de morir dentro de los 5 años.


Tomado de Vida y Salud

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