
Aunque se les confunde con frecuencia, un ataque al corazón o infarto es diferente a un paro cardíaco. En este artículo te contamos la diferencia para que puedas reconocer cada una de estas situaciones y actuar con velocidad ante una emergencia médica.
Un ataque al corazón o infarto de miocardio es diferente a un paro cardíaco, aunque ambos pueden dejar secuelas permanentes en las personas que los sufren y también tener consecuencias tan serias como la muerte.
No es difícil comprender la diferencia entre uno y otro. Para ello es de mucha ayuda conocer un poco más en detalle cómo funciona el corazón. ¿Sabías que éste órgano es un músculo?
Este músculo tan importante que es el corazón se ocupa de bombear la sangre hacia todo el cuerpo, y de ese modo, distribuye oxígeno y nutrientes a todas las células del organismo. Para ello cuenta con un sistema eléctrico interno que controla el ritmo de los latidos, que siempre debe ser constante.
Cuando por algún motivo el corazón deja de bombear se produce lo que se conoce como un paro cardíaco o paro cardiorespiratorio (en el último caso los pulmones dejan de funcionar también). Entre sus posibles causas se encuentran las siguientes:
- Algunas arritmias (cuando los latidos del corazón tienen un ritmo irregular).
- Una pérdida excesiva de sangre debido a una lesión o a un sangrado interno.
- La falta de oxígeno, provocada por una asfixia (atragantamiento), un ahogo o un ataque de asma severo, por ejemplo.
- Hipotermia (baja severa de la temperatura del cuerpo), baja severa de la presión arterial e incluso, la electrocución.
- Tener ciertos trastornos genéticos (hereditarios) que afectan al corazón.
Es posible que se produzca un paro cardíaco y no se pueda identificar específicamente la causa. Lo cierto es que si una persona tiene un paro cardíaco y no recibe atención médica de inmediato, puede morir en pocos minutos. Es por eso que hay que llamar a los servicios de emergencia sin perder ni un segundo. Si hay a mano un desfibrilador automático externo (AED), se debe utilizar siguiendo las instrucciones del equipo.
El desfibrilador automático externo aplica corrientes eléctricas que pueden estimular al corazón para que inicie su actividad. Si no se cuenta con un AED, entonces se debe comenzar la resucitación cardiopulmonar (RCP), para mantener el flujo de oxígeno y de sangre al corazón hasta que llegue la ayuda profesional, y así evitar daños irreparables al cerebro y a otros órganos vitales. Las compresiones en el pecho son útiles para mantener el bombeo, aún cuando no se aplique la respiración boca a boca hasta que lleguen los paramédicos o la ayuda de emergencia.
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