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martes, 22 de noviembre de 2011

Los alimentos orgánicos: ¿son un lujo o una buena opción para ti?

Para la mayoría, el término orgánico significa mejor. Como los alimentos clasificados así se suponen que deben estar libres de aditivos, pesticidas, hormonas y otros productos químicos, se consideran más sanos, más nutritivos, de mejor calidad, y por ende, mejores para la salud. Pero una ojeada a los precios del supermercado basta para darnos cuenta de que están fuera del alcance de la mayoría de los presupuestos familiares, y más aún, en medio de una crisis económica. ¿Vale la pena sacrificarse y comprar alimentos orgánicos? No es una pregunta fácil, pero intentaremos buscarle respuesta.

Es hermoso ver crecer a los animales y a las plantas. Y gratificante contribuir a su desarrollo y prosperidad. Pero empujados por la vida moderna que aglomera a la población en torno a las grandes ciudades y la rodea de cemento, automóviles y carreteras, la vida rural y las tareas agrícolas son cada vez cosas más lejanas y desconocidas ¿Cuántos niños han visto crecer a una gallina, poner un huevo u ordeñar una vaca? Quizás nunca hayan visto a un animal de granja “real” y los conozcan sólo a través de las imágenes en los libros o en la televisión. ¿Cuántas personas han sembrado o recogido no ya una cosecha, sino el fruto de una sola plantita? Y sin embargo, hoy más que nunca, la población está más consciente de lo que se lleva a la boca y más al tanto del uso de los pesticidas, las hormonas y los aditivos que se agregan a los alimentos, y que pueden tener una repercusión directa en su salud.

Las personas que compran productos orgánicos buscan fundamentalmente dos cosas: que la producción del alimento sea más ecológica y que éste sea más seguro de consumir. Pero con los costos cada vez más altos, ¿se justifica el precio de los alimentos orgánicos?

Cada vez que visitas el supermercado y planeas tus menús, tienes la opción de adquirir un producto orgánico y el mismo tipo pero cultivado de manera convencional. ¿Por qué la diferencia de precio? En primer lugar, el cultivo de los alimentos orgánicos está regulado. Los agricultores necesitan certificaciones especiales para vender sus productos como orgánicos, y para obtenerlas tienen que mantener registros de producción, usar tierras que no han sido tratadas químicamente durante al menos tres años, usar semillas orgánicas, así como cumplir con regulaciones que evitan la contaminación de las cosechas.

Un mayor control de la forma de producción, implica mayor costo para el productor que se extiende entonces al consumidor, pero a cambio éste recibe las siguientes ventajas:

En lugar de usar fungicidas, herbicidas y fertilizantes sintéticos para combatir las plagas, los agricultores deben usar métodos naturales como trampas, barreras e insectos predadores (que se alimente de la plaga que se quiere combatir). Por lo tanto, no tienes que preocuparte que haya residuos químicos en la cáscara, en las hojas y en otras partes de las frutas, las hortalizas y los vegetales.

Además, tampoco tienes que preocuparte porque el producto haya sido obtenido mediante la ingeniería genética. (Que esto, de acuerdo a muchos expertos es polémico, ya que piensan que no causa daños a la salud).

Los animales de la ganadería que han crecido de manera convencional, por lo general han recibido hormonas y antibióticos que se pueden pasar a la carne (de res, cerdo o pollo), a los huevos o a la leche que consumes diariamente. El uso de hormonas y de antibióticos no se permite cuando se trata de la cría del ganado orgánico.

Muchos afirman que los productos orgánicos son más nutritivos y más saludables que los convencionales, pero no hay ninguna evidencia científica de que esto sea cierto. El Departamento de Agricultura estadounidense (USDA), tampoco respalda esta creencia, limitándose tan sólo a certificar a un producto como orgánico o no, y a mantener los niveles del uso de pesticidas dentro de los límites considerados seguros, así como los residuos que quedan en los alimentos.

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