Hace poco leimos la siguiente noticia: cada año el tabaquismo pasivo se cobra la vida de más de 600 mil personas. Entre ellas se estima que 165 mil son niños que mueren debido a infecciones respiratorias vinculadas al humo que bota el cigarillo de un fumador.
El grupo poblacional más golpeado son las mujeres, un sector que en muchas partes del mundo tiene un 50 por ciento más posibilidad que los hombres, de estar expuesto al humo de un cigarillo ajeno. Las cifras provienen de la primera revisión global, 192 países incluidos, sobre el impacto del llamado secondhand smoking. Los datos corresponden al año 2004 y los resultados del estudio, financiado por el Swedish National Board of Health and Welfare y Bloomberg Philanthropies, fueron revelados a fines de noviembre por The Lancet, prestigiosa publicación médica británica.
Estas cifras han estado dando vueltas en mi cabeza hasta que me he sentado a escribir este post. Me he puesto a pensar en esos hogares donde el humo del cigarillo impacta o “nubla”, por decirlo de algún modo, la vida de todos quienes viven bajo ese mismo techo. ¿Es tu caso? ¿Conoces a alguna familia que atraviesa por esa situación? Mi idea, antes que criticar, es diseminar información y recursos.
Si eres un padre o una mamá que fuma quizá, ojalá, las estadísticas que menciono te motiven a parar un momento y a pensar en qué puedes hacer para acabar con tu hábito nocivo. La evidencia médica es abundante y clarísima: fumar no sólo atenta contra ti (y vaya si los niños necesitan a sus padres saludables y sanos) sino contra la vida de quienes más quieres: tus propios hijos. Los niños de padres fumadores son más vulnerables ante el síndrome de muerte súbita del lactante, las infecciones de oído, neumonía, bronquitis y asma. El tabaquismo pasivo se asocia también al crecimiento más lento de los pulmones en niños cuyos padres fuman, en comparación con los niños que crecen en hogares libres de humo.
Si eres un padre de familia que fuma, piensa en todo lo que haces a diario para cuidar de tu hijo y protegerlo de cualquier riesgo. Fumar, aunque muchos minimicen el asunto o lo nieguen, va en sentido totalmente opuesto a estos esfuerzos. Tras el humo que bota tu cigarillo se esconde una realidad innegable: dejar de fumar es una de las decisiones más importantes que puedes tomar en bien de la salud de un hijo.
Comparto contigo dos enlaces de los Centros Para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) con información precisa yrecursos adicionales que pueden servirte. Consulta con tu médico y arma un sólido grupo de soporte. Si antes has perdido la batalla intenta otra vez y otra vez más. ¿Se te ocurre una mejor forma de empezar el año nuevo? Tu salud y la de tu familia son razones poderosas para no darte por vencido.
Tomado de Vida y Salud
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